En la Cumbre de las Américas, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha proclamado su intención de llevar a cabo un nuevo programa diplomático en las Américas, buscando colaboración y apertura. Había establecido esta semana en México su apoyo al tratado interamericano contra el tráfico de armas, prometiendo impulsar al Senado a actuar para ratificarlo.
La urgencia de su iniciativa contra el tráfico de armas radica en la conexión que se ha descubierto entre un tráfico ilegal de armas de fuego de comerciantes legales en EEUU que deja que las armas pasen a la mafia narcotraficante del norte de México. Se ha calculado que el 90% de las armas que usan las mafias mexicanas proviene de ese mercado negro. El hecho de que la violencia narcotraficante y del tráfico humano ahora afecta la región fronteriza del sur de EEUU, significa que se ve como asunto de seguridad nacional impedir el tráfico de armas.
También para su visita a México, Obama había nombrado un nuevo “czar” de la frontera, cuyo encargo será asegurarle al presidente que se va mejorando la situación de seguridad para los civiles en ambos lados de la frontera, estableciendo medios para combatir el tráfico ilegal de armas hacia el sur y de drogas y personas hacia el norte.
Pero el czar de la frontera no tiene explícitamente el encargo de impedir la migración en sí, sino de prevenir el contagio de la violencia. La migración espera una reforma comprensiva de política de inmigrantes, cosa que los tres últimos presidentes han dejado para sus sucesores. Por ahora, la colaboración integrada para ralentizar la expansión de la violencia será lo principal.
El Confidencial informa:
Hasta el momento el tratado interamericano, adoptado el 13 de noviembre de 1997, ha sido ratificado por 27 de los 34 estados miembros de la OEA, entre los que no están Canadá, EEUU, Guayana, Jamaica, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, y Surinam.
El anuncio del presidente se produce tras llamamientos mexicanos para que EEUU restableciera la prohibición de armas de asalto en su territorio, que se dejó expirar durante el mandato del ex presidente George W. Bush.
Tomando una postura fuerte en la seguridad nacional y civil, Obama ha saludado a Hugo Chávez y ha señalado que piensa tener relaciones más abiertas con Cuba. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, pronunció ayer el fracaso fundamental de 5 décadas de política anti-Cuba.
El bloqueo y la desconexión diplomática de la Habana no han resultado ni en la caída del régimen comunista ni en la democratización de la isla. La razón de estado de una amenaza existencial, manifiesta en los misiles del ‘62 dejó de existir de ninguna forma hace décadas. La nueva política estadounidense busca vías más pragmáticas para las relaciones con países vecinos.
Obama ha presentado un proyecto de reforma seria en la política extranjera de EEUU, y la Secretaria Clinton ha sido su mejor exponente. Entre los dos, han prometido forjar una diplomacia de “poder inteligente”, elaborando políticas paralelas en diplomacia, defensa y desarrollo. Pensando en el desarrollo como trabajo básico de la diplomacia estadounidense, la perspectiva Obama-Clinton ante el resto del mundo será más inclusivo, pero con posibilidad de conllevar más peso moral.
Obama tiene un alto apoyo en toda Latinoamérica, hasta la fecha, lo cual le da un escenario más amplio y una posibilidad de abrir negociaciones importantes tanto con países aliados como con rivales. Buscando prevenir la radicalización del ambiente político en países como Venezuela y Bolivia, queriendo colaborar en las reformas todavía en proceso para la viabilidad estable de la economía argentina, y buscando la democratización en Cuba, Obama necesita el apoyo de líderes de todos los rangos de la política latinoaméricana.